delparedon

“Piedad” por Daniel E. de San Martin

Iba caminando por José Ingenieros, esa Inglaterra agreste de Remedios de Escalada que el ferrocarril nos dejó. Estaba alegre. No sé el motivo, ya que hacía poco mi mujer había tomado la decisión de dar por finalizado nuestro matrimonio. Después de algunos meses de: “no sé lo que me pasa”, bastó que yo diga: “¿Es conmigo? ¿Ya no me querés?”, para verla presurosa por darme la razón. “Hiciste las valijas un día, nena, y te mandaste a mudar”, dice un tema de Memphis. Pero yo no estaba alegre por eso, más bien todo lo contrario. Tal vez se debía al poder estimulante de la anchura de la calle y al alto de los árboles, al empedrado y al sol suave de marzo o, simplemente, a que estaba muy cansado de llorar y tenía que tomarme un recreo. No importa; el asunto es que en dirección contraria a mí venía la adolescente más gorda que vi en mi vida. Caminaba, a pesar de eso; y no era fea, descontando su gordura. Cuando me la crucé no pude evitar decirle algo:

—¡Con qué gusto me agarraría de toda esa carne, gorda hermosa!

—¿En serio? —me contestó al tiempo que se detenía.

Sentí una mezcla de vergüenza y cosa divertida. Vergüenza porque era incapaz de cumplir con lo que había dicho, y normalmente trato de no andar hablando de más; pero era tan simpática ella y tan extraña para mí la situación, que a pesar del desconcierto me sentí a gusto; mi alegría, ahora, tenía apoyo en lo que estaba sucediendo.

—Bueno, sí, en serio —le dije—, pero no era yo el que hablaba.

Hizo un gesto de decepción y retomó su elefantino andar. Me puse a caminar a la par suya y seguí hablándole:

—¿Cómo te llamás?

—Lorena —contestó con desgano.

—Bueno, Lorena, te hablo en serio; quiero decir, cuando dije eso de agarrarme.

—No me cargués, flaco, ya estoy cansada de cargadas.

—No, no es cargada. Dejame explicarte. A mí no me gustan las chicas gorditas…

—Yo soy algo más que gordita —me interrumpió.

—Claro, sí, ya veo. De gorditas para arriba a mí no me gustan. ¿Está bien así?

—¿Y entonces?

—Bueno, lo que pasa es que cuando te dije eso yo me había puesto en el lugar de un amigo mío. A él sí le gustan las chicas gorditas…

—Gordas —aclaró, algo ofuscada.

—Bueno: gordas, gordas también le gustan. Entonces yo te vi… sentí que si era él el que te estaba viendo hubiese sentido ganas de agarrarte toda y comerte a besos.

—¿Nada más? —preguntó, esta vez en tono divertido.

Me sorprendió. Quedé un instante turbado y terminamos riéndonos los dos juntos.

Después de hablar un rato más con Lorena y de contestarle algunas preguntas sobre mi amigo, fui inmediatamente a lo de Fidel, que era el semental en cuestión.

—¡Fidel —le dije—, tengo una mina para vos! ¡Todo listo, loco: es verla y ponérsela!

Fidel se quedó pensativo, tratando de entender en dónde cerraba el asunto.

—¡No decís nada! —le protesté.

—¿Quién es? —preguntó.

—No la conocés.

—Y ella qué, ¿me conoce?

—No.

—Entonces —me miró desconfiado—, ¿por qué no se la ponés vos?

—¡Y quién te dijo que no lo hizo conmigo!

No lo convencí.

—Nadie —me contestó—, así que mejor te lo pregunto: ¿te acostaste con la flaca?

Me hizo gracia que la llame así.

—No, Fidel, yo no me acosté porque… vos sabés, recién me separo, estoy más asexuado que un repollo: no quiero andar pasando vergüenza. Ya viste lo que me pasó con Romina, que debe ser la mina más impresionante del planeta.

Romina era una… diosa sería la palabra más ajustada. No hubiese exagerado si decía “la diosa más impresionante del Olimpo”. Tras mirarla desde mi lejanía de mortal durante mucho tiempo, tomé la decisión de subir a buscarla cuando me encontré solo. En primera instancia, tuve suerte, ya que llegamos a estar desnudos al mismo tiempo sobre la misma sábana, pero mis genitales sufrieron un ataque de ateísmo agudo justamente en el momento más inadecuado.

—¿Y esta cómo es? —empezó a interesarse.

—Bueno: linda, simpática… ¡mucho no la conozco!

—¿Y de cuerpo?

—De cuerpo… es un poco gordita, unos kilitos de más. ¡Ves: debe ser por eso que no me interesó demasiado! Ya sabés que soy un poco prejuicioso con ese tema.

—¿Cuántos años tiene?

—Diecisiete.

Al turro le brillaron los ojos.

—Mirá —me dijo—, me suena todo medio raro, pero dale: ¿cómo hay que hacer?

Según yo venía coordinando las cosas, Lorena me iba a llamar a casa esa misma noche. Llamó y le conté que ya estaba todo arreglado. Tenía que ser a la tarde del día siguiente (después de que Fidel salía del laburo y antes de que tenga que ir a buscar a los pibes, ya que ese fin de semana le tocaba tenerlos con él). Nos quedamos hablando por teléfono por más de una hora; la pendeja era muy agradable así, fibra óptica de por medio. En esa charla me dijo que prefería que en el momento del encuentro estemos los tres. Además hablamos de mi separación de Mónica y de cómo me sentía y todo eso.

Ese viernes, a las 16 horas en punto, estábamos sentados con Fidel en el bar convenido. Me empezó a hacer más preguntas sobre Lorena.

—Vos dijiste gordita, ¿cuánto de gordita?

—Fidel, durante seis años te cogiste siempre a la madre de tus hijos, ¿o no?

—Sí…

—Y bueno —continué enseguida—: te aseguro que más que Concepción no pesa.

Pensó un instante y trató de vulnerar mi lógica:

—¿Y vos sabés cuánto pesaba Concepción? —me preguntó.

La imagen de Lorena rozando el marco de la puerta con sus costados hizo que no tenga que responder a esa prueba.

—Ahí está —dije.

Traté de analizar qué le pareció escrutando en la cara de mi amigo, pero nunca lo vi tan inexpresivo. Los presenté, conversamos un rato, y avisé que me iba. Según lo acordado, desde ahí ellos iban a ir a la casa de Fidel: si su cama había aguantado a Concepción también iba a aguantar a Lorena. Pero, al pararme, ella me agarró del brazo y me dijo:

—No, quedate; o acompañanos.

Me quedé mirándola dubitativo, y le escuché decir a Fidel:

—Dale, loco, venite a casa y tomamos unos mates juntos.

Ahí sospeché que él no se había entusiasmado demasiado con el cuerpo de Lorena, y además noté que ella estaba asustada. Fuimos los tres.

Cuando llegamos Fidel comenzó a preparar el mate y ella quiso ir al baño.

—¿Y, Fidel —le pregunté cuando estuvimos solos—: te gustó?

—No, para nada.

—¿Por qué? ¡Ahora no te vas a echar atrás! Le romperías el corazón, la pobrecita está muy acomplejada, es un favor que le vas a hacer…

—Pará. Yo no dije que me iba a echar atrás. No sé. El problema es que no me gusta.

—¡Y por qué no te gusta! Si Concepción…

—Concepción es diferente: Concepción es gorda, pero tiene algo de forma, tiene esa forma de guitarra…

Lo miré incrédulo.

—¡Bueno —dijo—, de violoncelo! ¡O de contrabajo, si querés, pero tiene forma! En cambio esta chica… parece un trompito, es más ancha donde tiene que ser más angosta.

—Te desconozco: fijándote en detalles físicos y no en lo macanuda y simpática que es. Además es virgen, Fidel: ¿eso no te entusiasma un poquito? ¡No hay nada de lo que te puedas contagiar! Y es un bien que hacés por el prójimo…

Me interrumpí cuando Lorena abrió la puerta. Faltaban dos horas para que Fidel tenga que salir.

—Ahora sí —dije después de unas vueltas de mate y música—, me voy, que ustedes tienen su historia y yo no tengo nada que ver.

Pero sucedió como en el bar. Mi intención de irme los decidió a continuar con el cronograma, pero insistieron para que yo me quede en la cocina. Levanté un poco el volumen del grabador para no escuchar lo que estuviera pasando en la pieza; más que nada para que ellos sepan que no los iba a escuchar.

Calculo que pasaron quince o veinte minutos hasta que Fidel se apareció en la cocina. Se estaba terminando de poner la remera, y tenía la cara más seria que nunca le vi.

—¿Cómo fue? —le pregunté.

—Nada fue —contestó conteniendo enojo—. No pasó nada, no pude.

Me dio un poco de risa; estaba así de enojado porque realmente era la primera vez que le pasaba. No quiero decir que nunca haya tenido problemas sexuales, pero cuando fue así no se le manifestaron de esa forma. Lo de él siempre había sido una erección segura… hasta aquella vez.

—Y bueno —traté de consolarlo—, es una experiencia buena de tener.

Me miró con cara de mejor no te escuché y, antes de lo que correspondía, salió diciendo:

—Me voy a buscar a los chicos.

Y me dejó en su casa, sin ninguna indicación sobre lo que yo tendría que hacer en caso de querer irme. No terminé de reaccionar sobre esto cuando se escuchó el llamado de Lorena:

—¡Javier!

Apagué la música y fui. Estaba desnuda en la cama. Era todo un desborde de rollos, como los pétalos de un clavel animal.

—Vení —me dijo.

Tenía la cara empapada de lágrimas. Me conmovió, sentí mucha pena y culpa. Traté de secarle las lágrimas con el dorso de mi mano, y ella repetía:

—Javier… Javier…

En las penumbras del cuarto, ese eco repitiendo mi nombre sonaba exactamente igual a como me sonó durante tantos años.

—Javier… Javier… —repetía Mónica, abrazada y mirándome a los ojos.

Eso significaba: “Te necesito, te necesito”. Pero ahora era yo el que la necesitaba a ella: todos los días moría por necesitarla y no tenerla.

Y de pronto entendí que la persona que tenía adelante quería solamente un ratito de mí, un corto rato que le haga creer que algún día iba a haber un hombre para ella, que iba a llegar el momento en el que le pueda dar con un palo en la cabeza a esa soledad puta, y que también para ella el amor iba a ser como el sol de marzo colándose entre los álamos de José Ingenieros.

Sentí piedad de mí. Quise crearme una promesa, para llevármela, y me pregunté: “¿Por qué no?”.

Me desvestí.

Y lo que no pudo Romina

lo pudieron mis ganas de hacer justicia.

Y lo que no pudo Fidel

lo pude yo.

“Mi barrio” por Teresa Loreffice

Nací y crecí en un barrio de casitas bajas, calles de tierra y veredas de ladrillos, con bancos de madera en sus frentes, donde aprovechando la sombre de los paraísos, se sentaban los vecinos a conversar, o a tomar mate. Un barrio de viviendas con jardín al frente, patios con parrales y fondos con higueras y magnolias. Donde se escuchaba el canto de los pájaros, y donde el perfume de los cercos de madreselvas y retamas amarillas, se mezclaban con el de las acacias y paraísos. Un barrio que nos despertaba con el canto de los gallos, el trinar de los jilgueros, el grito del lechero, el silbato del tren que se oía a lo lejos; y por la noche, la ronda del vigilante, era como un aviso para que descansemos tranquilos, porque él nos cuidaba. Mi barrio, que cuando salíamos del colegio, y después del mate cocido a la cascarilla con leche, salíamos a jugar las chicas a la rayuela, o a las figuritas, y los varones al rango o a la bolita. Época hermosa, sin maricones ni internet, pero con una simpleza y compañerismo. Hoy han pasado muchos años, los recuerdo con nostalgia, y cuando alguna vez regreso, veo con tristeza que el lugar está pero mi barrio ya no existe…

El loco chamamé

Nos cuenta una vecina actual residente en la madre patria de este conspicuo personaje. Vivía en Castro Barros esquina 4 de Julio. Dicen que subía a uno de los colectivos locales y pegaba tales gritos que asustaban a cualquier extranjero que agarraba desprevenido. Nadie conocía bien la razón de semejantes alaridos…pero quizás mucho no importaba, era parte del folklore escaladense y queda en el recuerdo inmortalizado en esta página su estampa. Brindamos por vos, Loco Chamamé!!

El Lupinero

“El lupinero”

En la entrada que actualmente tiene la Universidad de Lanús Sede Escalada por la calle Malabia para desde hace muchísimos años un personaje, el lupinero. 7 días a la semana, feriados, lluvia, calor….el siempre está…¡¡vendiendo lupines!! De vez en cuando venderá alguno, no tenemos pruebas concretas de ello, pero el tema esta ¡¡en que carajo hace ese tipo tanto tiempo ahí sentado!!! ¡NADA! no tiene radio, no lleva revistas ni diarios ni libros…¡nada! ¡le gusta ver pasar a la gente y hacer que labura!
No queremos meternos en la vida de las personas, pero tenemos información de muy buenas fuentes que este sujeto tiene un buen pasar económico, buena casa, auto, etc. Claro está además que de la venta de lupines no se puede vivir. Deberá tener problemas en su casa, no sabemos…solo lo hemos visto fuera de su “profesión” un día feriado a las 7:00pm que estaba tomando un colectivo. Después de eso siempre lo hemos visto sentado en su sillita con el carrito de lupines y de brazos cruzados.
Querido Lupinero, no sé que sería de esa esquina sin tu presencia. Aunque a veces nos molesta tu total bohemia y tu mirada indiscreta te bancamos igual, porque después de todo sos un hermano de Escalada.

Historia del Club Talleres de Escalada

El Club Atlético Talleres es un club de fútbol argentino, fundado el 1º de junio de 1906. Tiene su sede en la localidad de Remedios de Escalada, partido de Lanús perteneciente a la provincia de Buenos Aires. Es uno de los clubes más antiguos de la Argentina y es miembro fundador del profesionalismo.

En 1902 se inauguró la estación Los Talleres, nombre que adoptó como propio la localidad que fue aumentando cada vez más habitantes.

El 17 de mayo de 1906, en la casa de Enrique Félix Tait, se labró el acta de fundación del “Talleres United Football Club”, luego de la fusión de los equipos barriales General Paz y Los Talleres, aunque el club se dio por fundado el 1º de junio de 1906. El nombre netamente británico se debió a la gran influencia de habitantes de dicho origen (ingleses, escoceses, irlandeses y galeses) que vivían en la zona y se desempeñaban en el Gran Ferrocarril Sur. Los colores rojo y blanco de la camiseta -a bastones verticales- fueron tomados del Alumni Athletic Club, que a su vez los había tomado del club inglés Nottingham Forest. Su primera comisión directiva quedó constituida de la siguiente manera, el 1° de Junio de 1906: Presidente: Jorge Rezzoagli; Secretario: Agustín Yraizoz; Tesorero: Diego Mac Lennan; Primer Capitan Team: Juan Perinetti; Vice Capitan: Pablo Comelli; Segundo Capitan Team: José Nervi y Vice Capitan: José Rey y una comisión compuesta por 4 miembros que se abocaría a la conformación de un reglamento, a cual estaba integrada por: Francisco Rodríguez, Raúl Perinetti, Alberto Allan y Juan Pyke.

En los primeros años de vida tuvo una crisis económica, lo que obligó a la entidad a deambular por pequeñas ligas y tuvo un punto muerto institucional desde 1908 hasta 1915. Pero, a fines de 1915 se designó una nueva comisión directiva que fijó objetivos y consolidó al club. Talleres se afilió a la AFA y comenzó a participar de la Segunda División de Ascenso y a final de temporada ascendió a Intermedia.

En 1920 el club pasó a denominarse “Talleres Football Club”. En 1925 ascendió a Primera División del fútbol amateur y se compraron los terrenos, donde hoy está situado, para la construcción de su campo de deportes. Una ordenanza municipal la Municipalidad de Lomas de Zamora impuso el nombre de la estación ferroviaria Remedios Escalada al sector del Pueblo Los Talleres en 1926, por lo que la institución pasó a llamarse “Club Atlético Talleres” en los años venideros.

Hechos históricos importantes

En el año de 1914, se crea el Cine “Mundo Argentino” del Sr. Bobbio en Pavón 6173 (Irigoyen entre Garay y Corcuera , en el lado oeste. Tiene comienzo la instalación de las cañerías de agua corriente.

En el año de 1917, se produce la “Gran Huelga” por parte de los obreros de los talleres del Ferrocarril Sud , los cuales son reprimidos, muriendo 20 de ellos. Durante la huelga el Dr. Melo, establece hospitales de sangreen las casas de los pobladores para atención de los heridos.

En el año de 1920, se crea el “Ideal Cine” en la calle Pavón (Irigoyen) , entre las actuales calles de Beltrán y Garay, pertenecientes al Sr. Aurelio García.

En 1923, se crea la Asociación Artística y Recreativa “Claudio de Alas” la que realiza funciones teatrales, bailes familiares, en salones como Mundo Argentino e Ideal Cine.Ubican su secretaría en la calle Pastor Ferreyra 310 de la vieja numeración. Se pavimenta la primera arteria del pueblo en el sector Lomas de Zamora, en el lado oeste, la calle Rauch. En el mismo año la Liga de Defensa de Talleres, institución creada con motivo de lograr avances en el pueblo dividido por dos municipalidades, donde la acción oficial es prácticamente nula, propone el nombre del Gerente del Ferrocarril del Sud “Mister John Eddy” para la estación “Los Talleres del Ferrocarril del Sud”. El ministro de Obras Públicas de la Nación, propone varios nombres, ninguno del agrado de los peticionantes, por lo que insisten con el nombre del gerente inglés. Por entonces la Unión Vecinal, ubicada en martín Rodríguez esquina Villegas (Irigoyen y Azopardo), de los Talleres Sector Lomas de Zamora, no ven con agrado el nombre del directivo ferroviario para la estación y por consiguiente para nuestro pueblo. Entonces es que propone un plebicito, en el que figura el nombre de “Alcalde Grigera”, en homenaje al pionero de Lomas de Zamora, el que perdiera cuando se realizó. Es entonces que el Ministro de Obras Públicas de la Nación Dr. Eufracio Loza, denomina por decreto con el nombre de “Remedios de Escalada”, a la estación “Los Talleres del Ferrocarril del Sud”, en homenaje a la memoria de la esposa y amiga del General Don José Francisco de San Martín y Matorras, ya que se cumple el centenario de la muerte de Doña María de Los Remedios Carmen Rafaela Feliciana de la Quintana y de Escalada y de San Martín y Matorras. Nuestro querido pueblo de los Talleres, continuaría su existencia con su nuevo nombre, motivo del cambio de nombre de la estación.

En 1924, se crea en la Casona de la actual calle Lituania 1078 la Parroquia de “Nuestra Señora de los Remedios”, estando al frente el Presbítero Dr. Rómulo Digiorno. La imagen de Nuestra Señora de los Remedios es donada por el Sr. Fabio Damonte y su Sra. Esposa. La campana es donada por el Sr. Juan Bautista Lértora y su Sra. Esposa Clorinda Panessi de Lértora. La primer misa es ofrecida por el Pbro. Juan Di Falco. En dicha misa se bautiza la niña Remedios Argentina. El Sr. Alejandro Iberti, funda la Compañía de ómnibus de Remedios de Escalada “CORE”, ubicando su administración y garage en Vedoya 192, de la antigua numeración. Por ese entonces tiene lugar la pavimentación de la primera arteria del lado Este, la calle Achaval.

En el año de 1925, llega el servicio telefónico a nuestro pueblo, constituyendo un gran adelanto. En el sector Lomas de Zamora de Remedios de Escalada, en el lado oeste, por iniciativa del Pbro. Digiorno, en atención a los delitos cometidos en la zona , se crea frente a la entonces parroquia Local, en la calle Lituania entre Pastor Ferreyra y Marraspín, el Destacamento, Policial seccional Lomas de Zamora.

En el año de 1928, se pavimenta la Avenida San Juan – Belgrano, en el lado Este, la que bordea el Paredón (actual 29 de Septiembre). Es realizada con plazoleta al medio. El límite entre ambos sectores es la calle Pedernera.

En el año de 1929, tiene lugar la inauguración de la nueva cancha del Club Atlético Lanús en la calle Arias , en la villa de Talleres.

En 1931 Tiene lugar la pavimentación de la Avenida Rosales, la que también Lleva el nombre de Pedro Mont, con Boulebard al medio. Dicha arteria es entonces calle limítrofe entre los sectores Avellaneda y Lomas de Zamora. En el Salón de la Sociedad Italiana en la Avenida Rosales, nace el “Cine París”. Con el tiempo cambiaría el nombre por “Cine Select”. Tiene lugar la inauguración del nuevo templo del la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios en la calle Rosales. El traslado de la imagen de nuestra patrona se hace por medio de una procesión por las actuales calles, Lituania, Pastor Ferreyra y Rosales, la Colonia, en el lado este.

En el año de 1933 en el “Ideal Cine”, canta para el pueblo de Remedios de Escalada, el Morocho del abasto “Carlos Gardel”.

En el año de 1934 En el lado Este, debido a la densidad de población y haciéndose necesario el servicio policial, se instala una Sub comisaría, del Distrito Avellaneda, en la calle Aguilar 1137.

En el año de 1940 se crea la Escuela N° 77 (actual N° 36 “General Manuel Belgrano”), en el Paraje denominado Villa Luján del distrito Avellaneda, funcionando el primer local en la calle Luján N° 476, en el lado Este.

En el año 1950, se crea el “Banco de Leche” con la presidencia del Dr. Amadeo Lértora, y el asesoramiento de Monseñor Casanova, para los niños carenciados.

En el año 1956 Se crea la Escuela N° 45, con motivo de eliminarse el 3° turno de la Escuela N° 43. Con el tiempo se le impondría el nombre de Comandante Luis Piedra Buena.

En 1957 Se crea la Escuela Primaria Parroquial que se le impone el nombre, más tarde, de Pedro Ignacio de Castro Barros , con el sostenimiento de la Ligade Padres de Familia integrando las instituciones parroquiales de Nuestra Señora de los Remedios.

En el año de 1959, nace “María Reina”, destacada institución religiosa, cultural de la colectividad eslovena de nuestro pueblo. Establecen Templo y con el tiempo además, crean un complejo educativo con Jardín de Infantes, primaria y secundaria , comercial, nacional y técnica. Además la Casa de los Abuelos.

En el año 1960, se instala entonces la calle Garay casi esquina Iberlucea, el Banco de la Provincia de Bueno Aires, la primera entidad bancaria en nuestra localidad.

En el año de 1961, se crea el Instituto Moderno de educación integral, preescolar y primario. Con el tiempo se inauguraría además el colegio secundario, con la dirección de nuestro medio de destacada trayectoria. Se lo conoce como “Moderm School” nombre que tuviera en otros tiempos. Se inaugura el Cementerio Municipal del Partido de Lanús, en la calle Aguilar y Centenario Uruguayo. En la plaza Mariano Moreno se coloca la piedra fundamental del monumento al Prócer de dicho nombre. Se crea el Instituto Secundario Parroquial, siendo el Contador Emilio Calvo, su primer rector “ad Honoren”. Con el tiempo se le impondría el nombre de san Agustín.

En el año 1969, se instala en la localidad, en el lado Este , en Achaval y San Lorenzo, la delegación del Banco Popular de Quilmes, dependiente de la Sucursal de Lanús.

En el año 1970, se crea el Hogar Espíritu Santo, en la Avenida Rosales, casi esquina Pastor Ferreyra, en el lado oeste. En el sector Este, por iniciativa de la Sociedad de Fomento “La Amistad” se inaugura oficialmente la Plaza Carlos Gardel.

En el año de 1972, se crea la Comisión Pro Templo de la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios , con el objeto de ampliar y remodelar el edificio de la Iglesia local. Se inaugura en la Plaza Carlos Gardel, un monumento al “Zorzal Criollo” Carlos Gardel. En el Sector Este, se crea el Rotary Club de Remedios de Escalada Este.

En el año 1975, se funda el Rotary Club de Remedios de Escalada Oeste, por el, ubicándose en la calle Vedoya 4026. Pro ese entonces se establece el Banco de Galicia , sucursal Escalada, en la calle Garay casi esquina Iberlucea.

En el año 1978, se funda el primer Centro de Jubilados llevando entonces el N° 1, en el Club Villegas. Se establece en la Calle Beltrán, entre las calles Iberlucea y Dr. Melo, la Sucursal Escalada del banco de la Nación Argentina.

En el año 1980, se establece el colegio Nacional-Comercial Luis Piedra Buena en la calle Arias en el lado Este. Se crea el destacamento de Bomberos N° 2 dependiente del Cuartel General de Bomberos de Lanús Oeste, ubicándose en la calle Marco Avellaneda esquina Gaboto.

En el año 1986, Se firman los convenios para la construcción de los Pasos Bajo Nivel, que reemplazarían a las viejas barreras ferroviarias de la calle O´Higgins y la de Malabia, los que llevarían el nombre de Juan Manuel de Rosas y Manuel Torres respectivamente.

Nuestros primeros grandes pasos

En el año 1902, se autoriza la construcción de una estación para uso exclusivo de los talleres ferroviarios. Luego se autoriza que la estación a construirse, se libre al servicio público y además se la denomina Estación “LOS TALLERES”. En ese año la Dirección de Correos, crea la estafeta postal en la Estación “Los Talleres del Ferrocarril del Sud”. Además se crea la Escuela N° 16. La Escuela N° 16 de entonces, es la actual N° 40, Remedios de Escalada de San Martín. Se crea en la calle Malabia actual Belgrano y Pueyrredón , en el Paraje denominado Los Talleres F.C.S. en el lado Este, siendo la señorita Isabel Tait la primera directora-maestra de Nuestro Pueblo. Además comienza entonces el loteo de la Villa Talleres, en el Este. En el inicio la iluminación consiste en faroles a Qerosén haciendo el Sr. Blas, de farolero. La empresa de gas extiende sus cañerías desde el kilómetro 5 (actual Gerli) hasta el Pueblo de la Paz de Las Lomas de Zamora. Con dicho fluido, se establecería luego el alumbrado a gas, contando con servicio de farolero, quien sólo prende los mecheros “en las noches sin luna”. Por ese mismo año se inaugura la “ESTACION DEL FERROCARRIL DEL SUD”.

En 1905 se crea la escuela N° 19 (actual N° 41, José M. Estrada) en el sector noroeste de nuestro pueblo, en el Paraje del Edén Argentino, en la calle Hernandarias y Chiclana, siendo su primer directora-maestra la Srta. Dolores Márquez. En el ultimo año se crea la Escuela N° 23 (actual N° 42, Mariano Moreno) en la vecina localidad de Banfield, con la categoría de escuela rural.

En 1908 Se instala la oficina de Correos en la Av. Pavón entre Emilio Mitre y Arrascaete (actuales Irigoyen, entre Beltrán y Digiorno)en Los Talleres Oeste.

En 1909 la empresa Tettamanti comienza los trabajos de pavimentación de la Av. Pavón – Martín Rodríguez la que se realizaría con boulevard (plazoleta) al medio. Se crea la Escuela N° 38 (actual N° 16, Dr. Arturo Melo), en la calle Cavour 6044 de la antigua numeración (entre las actuales calles Beltrán y Digiorno), siendo su primera directora la Srta. Elisa Giangioble. Por entonces se inicia la Escuela N° 30 (actual N° 43 Marciso Laprida), fundada con carácter de escuela rural en el sector noroeste de nuestro pueblo en el Paraje del Edén Argentino, sirviendo de base la escuela de su primera directora – maestra Srta. Dolores González. Además se funda la escuela N° 34 (actual N° 44, Cristobal Colón) en la calle Vidal 57 de la antigua numeración, siendo su primera directora-maestra la Srta. Angela Acevedo César. Por ese tiempo, ya se había inaugurado el Paso Carretero o Puente en el lugar donde se había emplazado la primer estación apeadero. (actual Puente de Escalada). Se había establecido además la Iglesia Presbisteriana (Escocesa de San Andrés) en Pavón al 5900 (en el actual campo scout) en los Talleres Oeste.

¿Cómo y por qué apareció “La Idea”?

El legendario diario “La Idea” fue desde siempre un verdadero ejemplo de periodismo independiente, un ejemplo escaladiense.Un diario compenetrado con la situación de su pueblo de la mano del ilustre Mauricio Parada. Esta es una nota de su autoría publicada en la revista editada con motivo del 25to aniversario de La Idea, en 1940.

Fecha grata, cual la de cumplir una hoja periodística 25 años de existencia, obligada a recordar, máxime cuando se ha llegado a ellos sin etapas siguiendo siempre la línea recta, salvando los obstáculos para eitar las curvas y haciendo de la convicción un báculo para no caer en la transgresión.

Recordas la iniciación de “LA IDEA” es pues el propósito que me guía al trazar esta líneas, y el título que las encabeza es el que mejor le cuadra, puesto que ese es el tópico en que voy a concentrar mis recuerdos: ¿Cómo y por qué apareció “LA IDEA”?.

Lo lógico se explica por sí solo, pero lo ilógico es necesario explicarlo. Adquierir e instalar un taller de imprenta desconociendo en absoluto el manejo de las máquina y utensillos y tipos, así como todo lo que complemente las artes gráficas y sin tener a quien recurrir en procura de una ayuda, una indicación, un consejo, y posteriormente mi iniciación en el periodismo sin haber sido nunca un periodista, ni aún haber soñado que podría serlo, son causas que están al margen de toda lógica. Pero esto fue un efecto que, como en todos los casos, tuvo su causa.

La anterior guerra europea, iniciada al promediar el año 1914 y que luego se convirtió en guerra mundial, planteó un problema de difícil solución a las industrias que usaban la materia prima de procedencia europea, agravándose la situación por el hecho de que muchas de ellas fueron declaradas contrabando de guerra por las naciones en conflicto. La situación era mala y la que se prevía mucho peor. Había que prepararse para hacer frente a cualquier emergencia, y para, por lo menos, amortiguar los coletazos de la guerra que indudablemente nos iban a alcanzar.

Pensé en la imprenta no porque la conociera sino porque me atraía; tenía por ella cierta predilección, me halagaba que fuera tambien yo el primero que instalara una imprenta en el pueblo, a más de que ella me haría economizar una buena parte de lo que gastaba en impresos.

Resuelto ya a llevarlo a la práctica, me dediqué a la búsqueda de un modesto tallercito que estuviera inactivo y al alcance de mis recursos; pronto lo encontré, lo adquirí y trasladé. Promediaba entonces 1915.

Eficazmente secundado por mi esposa y nuestros pequeños hijos, me puse a la tarea de ordenar todas las máquinas y material para poner en funcionamiento el taller, y aún no conseguido esto me visitó un señor a quien sólo de nombre conocía, por haber sido director de uno de los periódicos que habían aparecido en el pueblo. A boca de jarro, me propuso que nos asiciáramos para la publicación de un periódico del que el pueblo carecía. De todas las propuestas y promesas sólo me agradaba la de que nuestro pueblo tuviera un órgano de publicidad. Con éste propósito invité a que me visitara en otra oportunidad, en el interín yo vería sin con el material de que disponía había posibilidad de realizar tal propósito.

Pronto me di cuenta de lo que podía hacerse; poco, muy poco; un periódico de un formato muy reducido, pobre y muy desgarbado, y esto a costa de muchas horas de trabajo y una gran voluntad, que suplirían en parte la falta de material. A pesar de todo esto resolví editar el periódico y así se lo hice saber en la segunda visita que me hizo, trayendo bajo el brazo una carpeta repleta de “promesas” en forma de originales, avisos y lista de suscriptores.

Le dicté mis condiciones: no estaba dispuesto a admitirlo como socio, pero sí a hacer un convenio verbal; él sería un colaborador, son la sola obligación de escribir los artículos de redacción, seleccionar las colaboraciones que se recibieran para su publicación y ocuparse de su cobranza; todo lo que no fuera esto, quedaba bajo mi exclusivo cargo. En lo concerniente a la parte económica quedó convenido que, de las entradas, se pagaría el papel, la tinta, la luz, el franqueo y las comisiones; el remanente lo percibiríamos por partes iguales.

Comencé la tarea con la sola ayuda de los míos, y en la primera semana del mes de septiembre de 1915 apareció la primera edición, con un título que, se aseguró, ya gozaba de prestigio y sólidas bases. A partir de esa fecha siguió apareciendo sin interrupción todas las semanas y, ya transcurrido varios meses, sin haber percibido yo un solo centavo, le pedí rindiera cuentas, pues ya eran muchos los pesos que había yo invertido en la compra de papel, tinta, pago de franqueo, etc. La respuesta fue “lo que hasta el momento había cobrado sólo alcanzaba para cubrir sus “gastos”, y que yo debía esperar hasta que las entradas aumentaran.

No me agradaba pasar por ingenuo, pero estaba decidido a que en el pueblo hubiera un periódico; por esto acepté el “razonamiento” a la espera de una oportunidad para deshacerme de un tan aprovechado colaborador. La ocasión no se hizo esperar. Un día pretendió inmiscuirse en asuntos que sólo a mí me concernían; lo llamé al orden, se insolentó y lo eché.

Al salir, desde el umbral de la puerta me gritó: “el periódico no saldrá más y el pueblo sabrá por qué y quién es el culpable”. “Váyase tranquilo -le respondí- el periódico saldrá y seguirá apareciendo en cuanto de mi dependa, se lo aseguro”.

Así fue, sin una sola interrupción, con tan sólo el cambio de título y el agregado del lema “del pueblo y para el pueblo”; seguí publicándolo.

Hasta aquí la explicación de cómo y por qué apareció LA IDEA, pero no cerraré este relato sin antes recordar, agradecido, a los que en los tiempos más difíciles me brindaron su eficaz y desinteresada colaboración.

Los años 1916, 17 y 18 fueron recios, sometiendo duras pruebas a todas las actividades del país; la guerra se había extendido a la mayor parte del mundo; el comercio y la industria se tambaleaban; el papel, la tinta y todos los implementos de la imprenta alcanzaron y superaron los precios más exhorbitantes; el producido del periódico no alcanzaba a cubrir el costo de los materiales más indispensables para su publicación; el franqueo y gastos menores así como mi trabajo y el de los míos eran “yapa”; el déficit lo cubría con el producido de los trabajos particulares que me encomendaban, pero esto no era lo que más me desilusionaba.

Recibía muchas colaboraciones de autores noveles, algunas muy buenas, pero todas de carácter literario: prosa y versos. El propósito que me guiara a fundar un periódico fue el de propender al adelanto de nuestro pueblo. En el entonces Talleres había muchos y muy fundamentales problemas que resolver, muchas deficiencias que corregir para hacer cómoda la estada de los vecinos e impulsar el progreso de la población. Sobre todo esto había que escribir, machacar. Abarcar yo solo toda esta tarea era superior a la capacidad de mis fuerzas, puesto que tenía que dedicar todas las horas del día y muchas de las noches al trabajo, que me proporcionaba lo indispensable para el sostenimiento de la casa, incluso del periódico.

De esto me lamentaba en una reunión de amigos que a menudo efectuábamos en el local de la primera institución social fundada en la localidad.

De entre los presentes surgió una voz para decirme: “por eso no se aflija, si yo puedo serle útil estoy dispuesto a ayudarlo”. Era Domingo Milone el que así hablaba. Ello me causó una gran satisfacción, reavivó mi optimismo e infundó nuevos bríos. Lo conocía a Milone, era capaz, activo y dinámico. Muy pronto sentí el alivio que su cooperación me proporcionaba.

A la ayuda de Milone siguió la del señor José F. Frías. Ambos habían sido directores de distintas publicaciones que aparecieran en la localidad. Luego la de los doctores Arturo Melo, padre e hijo, y varios otros, que por su fugaz colaboración no puedo recordar; pero muy particularmente a los nombrados, debe “LA IDEA” una buena parte de sus triunfos. Por esto me hago un deber al hacer público mi reconocimiento y hacerlos partícipes de la demostración popular que se me ofreció con motivo del 25to aniversario de esta hoja periodística. Es lo menos que puedo hacer en fecha tan destacada.

El día que nuestro pueblo recibió su nombre

Remedios de Escalada recibió su nombre el 15 de agosto de 1923, año del centenario del fallecimiento de Doña Remedios de Escalada de San Martín, esposa del General José de San Martín

Violento temporal de días, lluvia y viento, había precedido a aquel miércoles 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen. Tal vez por eso, nuestro pueblo vino a recibir oficialmente su nuevo nombre en tal oportunidad: como si Dios hubiese querido conducir la voluntad o elección del día de parte de las autoridades no se sabe bien si nacionales, provinciales, municipales o vecinales para llevarla a tan significativa fecha religiosa, en un pueblo,k todavía, sin iglesia parroquial. Lo real, según la referencia periodística, es que el 30 de julio la comisión directiva de la Liga de Defensa de Talleres había decidido celebrar la imposición del nuevo nombre como lo que en rigor era un acontecimiento auspicioso para la localidad.

Para ello designó una comisión especial de tres miembros a fin de que se ocupara de los trabajos atinentes a los festejos previstos para el 5 de agosto. Sin otra difusión, el propósito aparece postergado sin ninguna explicación (tal vez la placa de bronce del ministro no estaba acabada para esa fecha); lo cierto es que el día 8 de agosto se anuncia que serán efectuados el domingo próximo.

Mientras tanto, en la Capital Federal, el día 3 se había cumplido un denso programa conmemorativo del centenario de la muetre de la ilustre patricia que, siendo la esposa del general José de San Martín, era miembro de una familia de nombre abolengo, a la que había dado, y seguiría haciéndolo, esclarecidas figuras al servicio de la sociedad y la República. El acontecimiento tuvo una amplia resonancia evocativa en la sociedad porteña, sin circunscribir este término a los límites de la ciudad de Buenos Aires, sino extendiéndolo, como había su uso en otro tiempo, a todo el vasto territorio de la influencia porteña.

De esta manera, no sorprende que el Club Social de Maestros de Avellaneda gestionara ante el Consejo Deliberante local la designación del nombre a una calle del partido.

Con dictamen favorable, el Cuerpo secundó tal pedido, resolviendo dar el nombre de Remedios de Escalada de San Martín a la calle Camino Real de Valentín Alsina.

También dispuso otorgar a la Liga de Defensa de Talleres la suma de 500 pesos, destinados a los festejos que se efectuarían el domingo 12.

Pero, como se dijera al comienzo, el temporal fue de días. En la mañana de lunes 13, los diarios informaban que para nada había amainado la fuerza del viento y la intensidad de la lluvia desatados el viernes 10, y que se mantenía con señalada violencia a las 24 horas del domingo.

Sin embargo, el miércoles 15 fue otro día. Imaginamos que los vecinos de entonces, que tantas expectativas habrán tenido para llevar a cabo un programa de festejos de tanta importancia como de compromiso para nuestro pueblo, habrán vivido horas de alivio y de gozo.

Los diarios del día siguiente dirán que el 15 se presentó con una mañana de feo aspecto, pero que el cielo despejó y por fin se tuvo una tarde muy agradable; la temperatura fue de 18 grados.

Los festejos, precisamente, estaban previstos para la tarde; y el cielo había abierto sus espacios azules para que el sol inundara generoso con su luz la solemne y agradecida jornada.

Nuestro pueblo había encontrado su nombre definitivo, cargado de abnegación e hidalguía, entroncado espiritualmente con el más profundo afecto de “esposa y amiga” del General San Martín.

La Liga de Defensa de Talleres trabajó intensamente y con ella las otras instituciones que acompañaron la realización ciudadana del programa de homenaje.

La crónica del día 15, aparecida el 16 porque aquel era día feriado y los diarios no aparecían, así deja imaginarlo. La conmemoración del centenario de la muerte de doña Remedios de Escalada de San Martín tuvo dos ocasiones diferenciadas en la evocación y los homenajes: las del día 3, en la ciudad de Buenos Aires, y las del 15 en nuestro pueblo. En aquella comisión nacional creada al efecto y presidida por el Dr. Juan José Biedma, honró la memoria de la nombre patricia con un conjunto de actos entre los cuales la crónica del día destaca la “imponente ceremonia patriótica-religiosa en la iglesia catedral” que consistió en la solemne misa y la brillante oración fúnebre de fray Fidel Schelibon.

A la ceremonia religiosa se adhirió personalmente el Poder Ejecutivo Nacional con la presencia del gabinete. El presidente de la Nación, Dr. Marcelo T. de Alvear, estaba de duelo ese día y el ministro del Interior, Dr. Nicolás Matienzo, lo representó en las circustancias, acompañado por sus pares Marcó, Loza, Cnel. Justo.

A su vez, el presidente remitió un cablegrama a la nieta del General San Martín, doña Josefa Balcarce de Gutiñerez Estrada (84 años) que vivía en París.

Otros actos se realizaron en la Recoleta y frente a la casa donde nació, en las calles Defensa y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), presidido éste por el intendente Noel, quien descubrió una placa recordatoria. Probablemente aquella finca estuviera situada en los predios del hoy Ministerio de Bienestar Social de la Nación.

El día 15 se cumplió otra jornada de recordación, pero esta vez en nuestro pueblo en circustancia de especial recordación para él, porque el nombre se imponía a la estación ferroviaria era el que urbanísticamente y civilmente habría de distinguirlo entre las demás ciudades y pueblos de la Provincia de Buenos Aires. Por un nombre así se había gestionado mucho y se había resistido a poderes políticos que impulsaban subrepticiamente un nombre indeseable.

Como se dijo más arriba, el cielo de la tarde de ese día se despejó, el sol brilló luminoso y la banderas argentinas e italianas y los gallardetes lucían el adorno de sus colores frente a la estación y en la avenida Pavón y calles adyacentes.

Ignoramos si aquella fue la primera vez que un gobernador de la Provincia de Buenos Aires visitaba nuestro pueblo para nuestro acontecimiento cívico; pero Remedios de Escalada inauguraba su nombre con la presencia del Dr. José Luis Cantilo, primer mandatario del estado provincial, con el jefe de la policía de la provincia, Laureano Algarañaz y demás acompañamiento.

El ministro de Obras Públicas donante de la placa de bronce que está en la estación ferroviaria y perpetúa la resolución que asigna el nuevo nombre, fue representado por el ingeniero Abelardo Barberán, que suponemos su subsecretario.

A las 14 comenzó la ceremonia con la ejecución del Himno Nacional a cargo de la Banda del Regimiento 3 de infantería. A continuación el representante del ministerio de Obras Públicas de la Nación usó la palabra en nombre del presidente, para hacer entrega de la placa. El concejal por el municipio de Avellaneda, Silvio Perí, ofreció la otra placa conmemorativa en nombre del intendente. Siguieron otros oradores: por la Comisión Nacional de homenajes, por los estudiantes de comercio; la Srta. Justa Gallardo, por la Sociedad de Damas; y por la Comisión local, el Sr. Gómez. Finalizado el acto que formalizaba la imposición del nuevo nombre, el ingeniero director de los Talleres del Ferrocarril del Sud invitó al gobernador invitó al gobernador de la provincia y a su comitiva a visitar las instalaciones de la empresa.

Después de recorrer las dependencias ferroviarias, el gobernador y sus acompañantes fueron agasajados en el Centro Social General San Martín. Ofreció la demostración el presidente del club y habló la señora Elizalde por la Escuela Profesional de Mujeres de Lanús. Por último, el presidente de la Comisión Local de Homenajes agradeció la presencia del señor gobernador y demás representantes de los poderes públicos nacional, provincial y municipales, y de las instituciones adheridas a estos actos.

A las 20, la noche de Remedios de Escalada se engalanó con fuegos artificiales. A las 21,15 una transimisión especial dedicada a esta jornada se efectuó por la radiotelefonía desde la Capital Federal, en la sede del Club Social Presidente Sarmiento, para la cual intervinieron caracterizados vecinos, según alguna referencia recibida.

Así concluyó aquel histórico día para nuestro pueblo, que había adquirido su nombre propio en homenaje a la ilustre patricia.

Pero hay algo más: El centenario de la muerte de doña Remedios de Escalada cayó el primer viernes del mes, día de especial celebración al Sagrado Corazón de Jesucristo, en la iglesia. La imposición de su nombre a nuestro pueblo sucedió oficialmente el día de la Asunción de la Virgen, solemnidad importantísima de la fe popular.

Cuando el Obispo de La Plata, monseñor Francisco Alberti, dispuso, el 2 de febrero de 1924, la erección de la parroquia local bajo la advocación de la Virgen de los Remedios, cavilamos, sin esperar respuestas: ¿habrá leído el señor Obispo un signo de la voluntad de Dios para nuestro pueblo en nombre de la esposa del General San Martín, por las significativas circustancias que acompañaron en ese preciso tiempo su conmemoración?.

Detalles del nacimiento de los talleres

emedios de Escalada nació y adquirió fisionomía urbano- institucional alrededor de los edificios y del dinamismo de los talleres ferroviarios; un hito importante para el desarrollo en la zona.

Una crónica aparecida en el matutino “La Nación” del 11 de noviembre de 1901 reflejaba la marcha de las obras, perspectivas y avances tecnológicos que tendrían “Los Talleres de Banfield” y el material rodante:

(Nota: Entiéndase que los talleres eran conocidos como “Talleres de Banfield” ya que Escalada no existía entonces. Otra prueba de que en el año 2000 nuestro pueblo no cumplió 100 años como se quiso hacer creer)

Siguiendo un vasto plan de construcciones que arranca de la ampliación de la estación Consitución y termina en la obra monumental que significan los nuevos talleres de Banfield, la empresa de Ferrocarril del Sur realiza en estos momentos una serie de trabajos, que al par que atestiguan su prosperidad y la confianza que tiene el directorio de Londres en la prosperidad y el desarrollo de las riquezas de nuestro país, importan sin duda un adelanto y un timbre de honor para la república.

El plan consiste en ampliar, como se está haciendo, la estación del Sur, tomando el basto trecho que ocupan los actuales galpones de carga, que pasarán después a los que son hoy los talleres de Sola, yendo éstos a ubicarse en Banfield, dentro de todas las comodidades que puedan exigir construcciones de ese género.

Las personas que viajan por el ferrocarril habrán visto, poco antes de llegar a la estación Banfield, desfilar ante su vista enormes paredones, vastos talleres en embrión, máquinas de construcción que van y vienen deslizándose silenciosamente por las vías y todo un mundo de trabajadores, desde el ingeniero jefe hasta el peón que acarrea ladrillos entregado a la tarea de construir una gran obra, mientras las chimeneas que se coronan de humo surgen en lo alto como centinelas del progreso.

El pasajero que viaja por primera vez, se siente atraído por la construcción y se asoma por la ventanilla del coche, deseando abarcar la obra de una mirada.

Los talleres de Banfield se empezaron a construir hace dos años y si aún falta más de la mitad del tiempo transcurrido para terminarlos, ha sido por la demora empleada en la remisión de los materiales de Londres. Sin esta contingencia, ya estarían, si no concluidos, por lo menos en vías de terminarse, puesto que en los dos años que llevan de empezados, se habría podido trabajar más.

Está si duda de más decir lo que significa para Banfield la instalación en el partido de los nuevos talleres que, una vez habilitados, llevarán consigo una población que asciende las 10 000 personas.

A este respecto, nos decía hace días el representante de la empresa, Sr. Withe, que la especulación de la tierra ha entrado tanto en Banfield, que por terrenos que la compañía había adquirido al principio a no más de 80 centavos el metro, sus propietarios pretendían después hasta $ 4, exagerando por cierto su valor.

El área total de todos los talleres ocupa una extensión de 63 211,40 metros cuadrados y 60 000 el de los techados, habiéndose calculado en 600 00 libras el costo de la mano de obra, que representan más de $ 7 000 000 papel al tipo del día.

El plantel de los nuevos talleres será quince veces mayor que el que existe actualmente en la estación Sola, y para robustecer más el concepto de magnos que le hemos adjudicado, diremos que en la obra trabajan 1500 obreros y que se han utilizado hasta ahora 25 000 000 ladrillos y un total de techos y columnas de acero que pesan 5000 toneladas.

Los nuevos talleres de Sola tendrán un galpón de locomotoras con capacidad para 50 máquinas; salón para locomotoras y coches, con espacio para 54 coches-salones; fundición, que estará dotada de dos cúpulas para fundir hierro, hornos para secar y demás accesorios requeridos; taller para locomotora, maquinarias, etc, en cuyo edificio se instalarán todos los elementos para armas locomotoras, caldería, broncería, cobrería, ajustadores, herramientas, etc; casa de calderas, con ocho calderas tipo locomotora, que suministrarán la fuerza motriz a la usina del taller de máquinas y herrería.

Sigue luego la herrería, con instalaciones de fraguas para forjar elásticos, martillos a vapor, serruchos, tijeras, etc; administración con las oficinas del superintendente de tracción y talleres y personal superior; hornallas para llantas; taller de pintura para locomotoras, coches y vagones, en el cual habrá maquinarias destinadas a labrar madera y donde se repararán todos los vehículos de la empresa. Habrá después, comedor para obreros, aserradero, depósito para madera labrada, casa de calderas, comedor para empleados, almacenes generales, depósito para carbón, depósito para aceite, para vía permanente, para querosene, para madera de piso, para maderas finas y, finalmente, una completa instalación eléctrica.

Las vías auxiliares y desvíos tendrán una extensión de 35 kilómetros y para la tracción, de materiales de taller a taller, se instalará un servicio sistema Decauville.

El servicio de agua será hecho por cinco pozos semisurgentes que abastecerán de líquido a un número de tanques con capacidad para 1 000 000 de litros. Uno de ellos será de alta presión para 273 000 litros.

Como todo ha sido previsto, se colocarán hidrantes, de manera que puedan dominar todos los edificios en caso de incendio, además de dos grandes bombas destinadas al mismo objeto.

Y la instalación será hecha de modo que, en caso de incendio, pueda abarcarse todos los edificio o cualquier sección de ellos con el tanque de alta presión. En caso necesario, las tres máquinas motrices podrán bombear directamente a los caños maestros, asegurando así un servicio reforzado.

Ha preocupado también la atención de los ingenieros constructores de la obra, el servicio de cloacas, para mantener a la población dentro de un ambiente de estricta salubridad. Las aguas llovidas se llevarán al río por un conducto independiente.

Los operarios que tendrán colocación en los nuevos talleres no bajarán de 3000, sin contar los jefes y directores que serán muchos.

Se proyecto también construir viviendas para los trabajadores en terrenos de la empresa, viviendas sanas e higiénicas y dentro de lo posible no desprovistas de cierto confort, que condigan con la demás edificación, que sufrirá después algunos ensanches a medida que lo exijan los progresos del servicio.

Y como los talleres de Banfield están llamados a construir en sus alrededores una nueva población fecunda y floreciente, se construirá también un club social, una plaza para gimnasia y juegos atléticos que sirva de esparcimiento a los empleados. La obra es de una magnitud que se podrá apreciar debidamente cuando se encuentre terminada, pero desde ahora da una idea de su importancia.

Hoy, acercándonos a los 100 años, otras son las proyecciones sobre los casi inactivos talleres.

El rasgo característico de épocas pasadas en el lugar está reemplazado por el cada vez mayor terreno que va ganando la Universidad de Lanús, una institución que busca prestigio aunque no de la manera más correcta. Sólo quedarán para la nostalgia los distintos modelos de locomotoras y vagones que pasaron a repararse por sus galpones, el ya lejano y tempranero silbato llamando al trabajo a centenares de obreros, las anécdotas callejeras, familiares o en instituciones sobre “Los Talleres” y todo aquello que diera a Remedios de Escalada un perfil de identidad durante casi un siglo.