“Pavón y Beltrán” por el Dr. Fabian Acquisto

“Pavón y Beltrán” por el Dr. Fabian Acquisto

¡Solo te lo cuento a vos, porque todavía no lo puedo creer!. Como muchos dias, baje del tren en la estación de Escalada. Tome por el camino de siempre, bordeando la plaza; doble y llegue al semáforo de “Pavon y Beltran”. Dio la luz y cruce. De pronto el semáforo era “otro”; estaba “clavado” en medio de la avenida; la esquina y la cuadra eran las mismas, pero distintas.

Mire sorprendido a uno y otro lado; reconocí casas, negocios, gente… Pero “de otros tiempos”. Allí estaba la Óptica de Marazzi, el bazar de Maria Cristina. Quito vendiendo diarios y revistas, mientras Margot, hermosa y buena como siempre, atendía el kiosco de golosinas. También estaba “El Puma”, con su cajón de lustrar y su infaltable radio; la mueblería de Don Smud… Me refregué los ojos tratando de volver a la realidad. Pero no pude. Allí seguía yo. De repente vií el cartel “Ferreteria Camossa”, y a Olegario, con su guardapolvo gris, en la entrada del local.

Camine por la cuadra y salude, por costumbre, a Angelito Nay Foino, el sombrerero, como lo hacia de chico. Me pare extasiado frente al “Manicomio”, la zapatilleria de Don Julio y volvi a contemplar y admirar, como lo había hecho mil veces, esas fotos de los equipos de “Talleres de antes”, mezcladas en la vidriera con “las eskipis” y “los sacachispas”. Una infinidad de sentimientos me conmovieron… Lagrimas y sonrisas brotaron a la vez. Y a cada mirada iba redescubriendo lo que ya conocía y había olvidado.

Mas allá, mas carteles “Zapateria Itati” “Secciones Marga”. Un chico paso y me dio un volante del Cine Select anunciando “los estrenos” y en “tecnicolor”. Me dio ganas de ir; y también a la pizzería de al lado de Don Tome, “la mejor pizza del mundo”. Mientras me saboreaba en mi imaginación, la música me envolvió y supe de donde provenía. “Disqueria Rinocar”. Mire hacia allí, la vi a Rosalia, colocando un cartel en la vidriera promocionando “el ultimo long play del Club del Clan”. Al lado la librería “del Mono”. En su vidriera todavía estaba el juguete que tanto queria. Cruce y entre en “La bella Italia”, para volver a sorprenderme, al igual que de chico, viendo como “esquilaban” los colchones. Volví a la calle. Alguien en su locura, en veloz carrera, iba manejando con un volante imaginario rumbo a la avenida… ¡Eduardito!, lo llame… pero no me escucho; siguió en su irrealidad… Me di cuenta que salio de un lugar que sigue estando; que veo todos los días… Pero… la gran puerta y los ventanales, no eran “del hoy”… Mi querida Biblioteca Alberdi.. Entre a ella; crujió el viejo piso de madera… Los bancos de lecturas eran otros… Pero los reconocí. Muchas veces estuve en ellos; me conocen; estudie en ellos.

Escuche, mi nombre… Conocía muy bien esa voz. Sali presuroso y vi, parada en la puerta del negocio de “artículos de blanco”, a… ¡Josefina!…Pero… no podía ser…si tenia mi misma edad. Llamaba al grito de “Fabian”. Y le quise responder que allí estaba, pero se dirigía a un pibe que justo, en ese momento desde la vereda de enfrente me decía: “Señor ¿Me alcanza la pelota?”.Cruce, y se quedo mirándome extrañado, al ver que no podía contestarle. Solo extendí mi mano para devolverle mi..¡No!… su pelota de goma. “Mi Madre”, volvió a llamarme…¡No!… a llamarlo… “Apúrate… que hoy viene el presidente a la plaza”.”Dale vamos”…Y le conteste… ¡No!… le contesto “Ya va, Ma…” y después de darme las gracias… Me fui… ¡No!… Se fue corriendo…

Del Periodico La Idea