Florido, el legendario linyera de Escalada.
“¡Pero por qué no te vas a meter con la…!”, era la cordial y característica respuesta que daba al tradicional saludo o cargada de “chau Florido” de los pibes del barrio… ¿Y las madres qué culpa tenían?… Sólo la forma era correcta, si era tuyo conocido; o te saludaba algún chiquito, como hiciste con mis hijos…acariciando sus cabecitas, les dijiste, tiernamente, “Chau nenitos”…y entraste en sus recuerdos…y ya nunca te olvidarán…
¡ Florido!… ¡Cuánta nostalgia, de un tiempo que pasó, que trae esa palabra!… Te veía en la calle; en tu lugar. Esa era tu casa. Allí “vivías” aunque tuvieras una propiedad en la calle Iberlucea, que hacía de depósito para “miles de cartones” que transportaban, día tras día, con esfuerzo tus espaldas.
Tu silueta inconfundible se venía contorneando con la gigantesca bolsa de trapo de arpillera, llena del tesoro que buscabas, en cada calle de mi pueblo y aledaños. Vestías con ropa obrera, para ejercer “tu profesión”… No usabas carro, ni nada; sólo caminando recorrías la ciudad…
¡Cuántas veces, el invierno te sorprendió durmiendo en el proch de alguna casa!… En Escalada, en lo de “Pirucha”, la madre de mi amigo el Puma; de mi tía Norma, en Lanús; y en tantas más…
Eras fiel seguidor de las ferias que se instalaban… Quizá de esa forma procurabas tu aliento…No lo sé…Se te veía en las puertas de los salones de fiesta, y a la gente acercando una porción de los manjares, a vos, “el infaltable invitado de la calle”…
De vez en cuando me sorprendías al verte, de impecable traje, aunque de moda ya pasada, en las misas de Monseñor Casanova; o llevando una flor en los velorios, como fue en el de Felipe…
Encontrarte en la cola de los bancos, pagando los impuestos de tus vecinos… ¡Cuánta ilusión y alegría tenías el día que los Reyes Magos te trajeron un juguete, allá en la iglesia; y lo acariciabas apretándolo, protegiéndolo, contra tu pecho!…
Me acuerdo del día en que dejaste tu bolsa llena de cartones, por un rato, en la esquina de Lugones y Máspero; y “Lamparita”, un pícaro pibe de 10 años, vio su soñada oportunidad de incendiártela… Cuando estaba intentando en vano prender el gastado encendedor… Volviste sigiloso; veloz; y con tus fuertes manos lo agarraste de la parte de atrás de su pulover y lo subiste hasta los cielos… Qué pánico tenía… Sus piernas y sus brazos revoloteaban para uno y otro lado… ¡Y sus gritos de terror se sentían en todos los confines de Escalada…!
Muchas veces pasaste por la puerta de mi trabajo, y te paraste a saludarme:”Chau señor”… y yo contento al ver que me conocías… Pero luego te encontraba en la calle y te devolvía el saludo, “Chau Manuel”, y empezabas a decir en forma repetida y subiendo de tono, “yo no lo conozco…”, y me veía venir tu ya conocida forma de responder…
¡Cuántas veces habré escuchado tu inconfundible voz en altos decibeles…contestando el saludo o la cargada a tantos pibes y no tan pibes…!; gritando a los autos que pasaban o revoleándoles alguna piedra… Era una costumbre más en Escalada; algo autóctono; muy nuestro…
Pero un día, se dejó de escucharte; no se te veía; se empezó a extrañarte; en mi pueblo había un vacío… Se presentía…
Recuerdo tu última imagen; lenta; fatigada… Y la temida noticia llegó, así, de golpe; cruda; triste… “¡Murió Florido!”. Uno no estaba preparado para eso…
Hoy seguís en la memoria de mi pueblo; en el recuerdo de nuestro ayer… Hasta muchos dicen que alguna plaza debería llevar tu nombre… Estoy seguro, sería justicia… Pasan muchos cartoneros, por las calles; fuiste pionero en esas lides… Van con carros con caballos maltratados; cada vez más; pero cada vez menos cartones y más miseria…
Me imagino que hoy estarás haciendo tu trabajo, en busca de cartones celestiales; recorriendo a pie el firmamento; parando en la feria de un planeta; contestándole el saludo a los ángeles; revoleándoles alguna cometa; o descansando de tu largo trajinar, durmiendo en el porch de alguna estrella… Así fue marcado tu destino…Desde allí mirarás a tu Escalada; a Lanús; a Banfield; para ver si el trabajo está bien hecho, “¡Que no quede ni un solo cartón desamparado!”… Y hasta me parece escucharte… “¡Pero por qué no te vas a meter con la…!”, en respuesta a mi saludo “¡Chau querido Manuel!”… simplemente, “¡Chau Florido!”…
En sincero homenaje a la memoria de todos y cada uno de los queridos personajes de mi pueblo, que pertenecen al ayer y están en mi corazón; a ustedes: “Rondita”; “Juan Carlos”; “Eduardito”; “la Ochipinti”; “Cachola”; “Carlitos”; “el Moncho”; “Arturito”;… y a vos, “Florido”…
Fabián Pedro Aquisto
Extraído de “La Idea” Agosto 2001